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Artículos de Alejandro Nadal, de Manu Dornbierer, de Jaime Avilés y de Gustavo Iruegas

Artículos de Alejandro Nadal, de Manu Dornbierer, de Jaime Avilés y de Gustavo Iruegas

Alejandro Nadal

Fundamento constitucional de la consulta popular

El debate sobre el fundamento legal de la consulta popular que organiza el Gobierno del Distrito Federal (GDF) corre el riesgo de tomar un giro equivocado. A la Secretaría de Gobernación (SG) y a los promotores de la infeliz reforma energética les conviene este desvío que pasa por invocar el artículo 26 constitucional.

Ese artículo menciona explícitamente la participación y la consulta popular, pero la SG sostiene que eso se refiere exclusivamente al sistema nacional de planeación y que se trata de una facultad reservada al Ejecutivo federal.

Eso es cierto pero irrelevante. Y por eso a la SG y a Los Pinos les conviene centrar el debate en ese terreno.

El fundamento a nivel constitucional de la consulta ciudadana que organiza el GDF se encuentra en el artículo 124. Ese precepto señala que las facultades que no están expresamente concedidas por la Constitución a los funcionarios federales se entienden reservadas a los estados.

En ninguna parte de la Constitución se establece que organizar consultas ciudadanas es una facultad que compete exclusivamente a las autoridades federales. Más allá del artículo 26 antes mencionado, en otros ámbitos de la vida pública, los estados pueden recurrir a la consulta popular y otros mecanismos de democracia directa.

Se podría pensar que el Distrito Federal no es un estado, aunque sí se parece mucho a una entidad federativa. Es cierto que todavía arrastramos esta aberración política y legal. Pero en el tema que nos ocupa, ¿qué dice la Constitución? El artículo 122 dice que corresponde al Congreso de la Unión “legislar en lo relativo al Distrito Federal, con excepción de las materias expresamente conferidas a la Asamblea Legislativa”.

Aquí parecería que queda plasmado un sistema de reparto de atribuciones distinto al del artículo 124. No es así. Lo único que está haciendo este párrafo del 122 es establecer una división del quehacer legislativo para el Distrito Federal entre el Congreso federal y la Asamblea Legislativa.

Ahora bien, la Constitución no otorga de manera explícita a la Federación la atribución de organizar consultas ciudadanas en el Distrito Federal. Por tanto, organizar ese tipo de ejercicios de democracia directa es una facultad reservada al GDF. Se aplica el principio general del artículo 124 constitucional.

Por si fuera poco, el Estatuto de Gobierno del Distrito Federal (aprobado por el Congreso federal en 1994) establece entre las facultades del jefe de Gobierno del DF (artículo 67 fracción XXX) “convocar a plebiscito en los términos de este estatuto”. El artículo 68 impone limitaciones al uso de este mecanismo: no podrán someterse a plebiscito materias de carácter tributario o fiscal, cuestiones del régimen interno de la administración pública del DF o actos cuya realización sea obligatoria en los términos de las leyes aplicables. Y termina el artículo diciendo que no habrá plebiscito en los casos en los que la ley lo prohíba expresamente. Como sabemos, no hay una ley que prohíba una consulta ciudadana sobre asuntos como el de la reforma privatizadora de Petróleos Mexicanos (Pemex).

El jefe de Gobierno ha invocado como fundamento jurídico de esta consulta a la Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal (LPCDF). En el oficio turnado al Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF) se hace referencia a los artículos 42 y 44 de la mencionada ley. El artículo 42 de la LPCDF establece que se pueden someter a consideración de la ciudadanía cualquier tema que tenga impacto trascendental en los distintos ámbitos temáticos y territoriales del Distrito Federal. La reforma privatizadora de Pemex cae dentro de ese artículo como anillo al dedo.

La LPCDF fue aprobada por la Asamblea Legislativa y es una prueba clarísima de que en materia de reparto de atribuciones, el GDF mantiene la facultad de organizar consultas ciudadanas y de usar otros mecanismos de democracia directa. Aquí está la prueba más clara de que no es la Federación quien tiene esa atribución para el Distrito Federal. Se aplica el principio general del artículo 124 constitucional.

El Estado mexicano es parte de numerosos tratados internacionales que consagran los mecanismos de democracia directa. El artículo 133 de la Constitución fija que esos tratados son “la ley suprema de toda la Unión” y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y la Suprema Corte de Justicia de la Nación han reconocido en diversas tesis que los mecanismos de participación ciudadana y de democracia directa están de acuerdo con la Constitución.

Los señores Creel, Mouriño y Calderón no tienen argumentos legales para oponerse a esta consulta. Le temen al resultado y por eso se aferran a falacias sin sentido. Es un grave error seguirles la corriente en una discusión delimitada por sus intereses funestos. El artículo 124 constitucional y la LPCDF son la base constitucional y legal de la consulta ciudadana.

SATIRICOSAS
El miedo a la libertad de expresión 

Manú DORNBIERER
06/06/2008, 20:06:15 PM


El miedo a la consulta popular sobre el destino del petróleo de México que manifiesta el inefable saqueador confeso de PEMEX, Juan Camilo Mouriño, nos obliga a preguntar hoy que se celebra la libertad de expresión si en serio cree estar calificado para amordazar a 9 millones de capitalinos plus otros tantos que se unan en más ciudades del país a la propuesta de consulta popular del Jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard. Va demasiado lejos ese chico en el poder como le llaman los españoles al tesorito-bombón impuesto en Bucareli de un presidente espurio al que no reconocemos otros muchos millones de mexicanos y al cual el jurista Carrancá y Rivas vaticinó en el debate del Senado la destitución y hasta cárcel por su insistencia entreguista.

Están equivocados los que creen aún que la TV, la radio y la parte de la prensa que paga Calderón -con nuestro dinero además y cuyas baterías enfoca exclusivamente contra López Obrador- puede convencer a la gente de su “equivocación” cuando está sufriendo en carne propia las atroces consecuencias del panismo traidor. Los mexicanos han aprendido a detectar la propaganda goebbeliana inspirada también en el miedo a la libre expresión popular y a la libertad de prensa. Denuncia Carmen Lira, directora de La Jornada: “En México, hasta hoy, los miles de millones de pesos en publicidad gubernamental son entregados a Televisa, TV Azteca, Radio Fórmula y a todos aquellos medios que se encargan de ensalzar los programas de gobierno y personajes a su servicio. Al parecer La Jornada vive, esencialmente, del dinero de la venta de alrededor de 200 mil ejemplares diarios; otros periódicos, que apenas distribuyen 50 mil, viven de los miles de millones de pesos que obtienen de publicidad, aunado a los privilegios que les otorga el poder por estar sometidos a él. Es el precio que debe pagarse en un sistema capitalista cuyo poder entiende perfectamente que para mantener su dominación es indispensable que la oposición, cualquier real oposición debe ser controlada y cercada mientras se apoya a los leales al sistema para gozar los cantos de las sirenas”.

Es cierto. Y cualquier periodista que no se venda al inicuo calderonismo tiene que luchar constantemente contra él. En cuanto a la gente que no tiene alguna tribuna tradicional para expresarse, lo puede hacer hoy en día por Internet. Preparando este artículo sobre la libertad de expresión que en México se celebra el 7 de junio, me llegó el mail que transcribo a continuación, tal y como fue enviado al sitio de Internet de Rami Shwartz en donde hoy me encuentro. www.satiricosas.mexico.org. Escrito en minúsculas tiene una importancia mayúscula. Es el testimonio directo de un hombre que vive a diario los lamentables resultados del entreguismo de Fox, impune y olvidado, que en un país democrático estaría en la picota. Se trata de un lector empleado en una compañía extranjera proveedora de PEMEX. He aquí su invaluable testimonio:

“Manu. Gracias a tu reportaje si así se le dice. (Perdón por mi ignorancia) “proyecto Yucatán vs entreguismo de Calderón” no sabes cuanto gusto nos da a muchos mexicanos que personas como tu estén del lado de los que consideramos que la política del presidente en turno es entreguista. Cien por ciento. Pues nosotros hemos vivido en carne propia la ingratitud de aquellos que una vez pidieron nuestro voto y ya en el poder no les importa el futuro de México. Y digo esto porque trabajo en una de estas empresas extranjeras que trabajan para PEMEX y que sin experiencia en la zona controlan ya los ductos de la zona sur llamándole a ese control
“mantenimiento” pero que en realidad realizan los trabajos con personal mexicano y solo de membrete tienen sus firmas, pues todos los trabajos incluyendo la ingeniería es mano de obra mexicana y todo por que Calderón atiende intereses de extranjeros y no los intereses de los mexicanos a pesar que cuando candidato se autonombro “presidente del empleo” ¿cual? te envió un cordial saludo y que dios te bendiga siempre”.

El Senado debería invitar al Debate a personas como este señor, cuya dirección electrónica omito para no perjudicarlo. Ciudadanos, que no hablan de oídas y ofrecen un testimonio directo, contundente, irrefutable y padecido en carne propia, de la traición de los presidentes panistas a México. Esos ¡que “van por más”! Hay sin duda personas que se apuntarían como testigos protegidos y constituirían importante y calificada consulta popular dentro de “las instituciones”, como suplica el ignorante Mouriño.

En el mismo sentido, la revista Contralínea, del 15 de mayo, dirigida por el periodista Miguel Badillo, publicó un amplio reportaje intitulado “Negligencia de transnacionales en Burgos”. Ana Lilia Pérez/ David Cilia, fotos/ enviados, dicen: “La explotación de la Cuenca de Burgos por consorcios extranjeros no ha dado beneficio alguno a Pemex ni a la economía local.

La paraestatal contrata obras que supuestamente deberían hacer las trasnacionales, las cuales incurren en incumplimientos de contrato al tener abandonadas muchas de las áreas que deberían tener mantenimiento…. Durante más de 50 años, Petróleos Mexicanos (Pemex) ha destinado infraestructura, recursos materiales y humanos para explotar la Cuenca de Burgos. En el sexenio pasado, la zona fue promocionada en el extranjero por el entonces presidente Vicente Fox y su secretario de Energía, Felipe Calderón, como un área de oportunidad para las transnacionales dedicadas a la venta de hidrocarburos y sus derivados.

El interés de las petroleras en Burgos no era un asunto menor: se trata de la región productora de gas no asociado más importante de México. Aunque los gobernadores de los estados donde se ubica eran de extracción priista (Natividad González Parás, Nuevo León; Enrique Martínez, Coahuila, y Tomás Yarrington, Tamaulipas), defendieron a ultranza el proyecto impulsado por el gobierno del Partido Acción Nacional, pese a su inconstitucionalidad, promovieron los contratos de servicios múltiples (CSM) como la panacea para despuntar la economía local…”.

Los reporteros de Contralínea citan a Manuel Bartlett, presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales del Senado de la República durante la (des)administración de Fox: “Ello fue la primer muestra de que, en pos de los beneficios privados en materia energética, muchos priistas estaban dispuestos a traicionar los preceptos del partido”, reflexiona el expresidente de la Comisión de Puntos Constitucionales del Senado de la República, Manuel Bartlett Díaz quien explica que en su obstinación de privatizar áreas estratégicas de Pemex, Fox utilizó a algunos gobernadores como cabilderos para convencerlo de que cesara en sus denuncias” .

De periódicos y periodistas.
Por fortuna, hay periódicos que mantienen a través de los sexenios libertad y dignidad profesional en todo el país, incluso cuando sus dueños provienen de familias conservadoras. Me congratulo de haber publicado durante 30 años y seguir haciéndolo en muchos periódicos de los estados para poder dar testimonio de su verticalidad. Y me alegra que algunos de ellos como los “Zócalo” de Coahuila me inviten hoy a sus páginas. No toda la prensa es venal en México ni todos los periodistas se prostituyen. Los hay que no han querido arrodillarse. Tal es el caso en el D.F. del dueño de Diario Monitor, José Gutiérrez Vivó, arruinado por los gobiernos panistas por el crimen de haber entrevistado en radio cada mes al Jefe de Gobierno López Obrador, cuando Marta Sahagún quería ser presidenta de México.

En reciente viaje al cada vez más hechizante Yucatán visité por fin el bravo periódico Por Esto! fundado hace 17 años y hoy con 70 mil ejemplares en días hábiles y 80 mil los fines de semana. Su director Mario Renato Menéndez es un titán del periodismo. Ex preso político, siempre victorioso ante el acoso permanente fuerzas oscurantistas que pretenden que México sea un país de ignorantes y fanáticos, no le tiene ningún miedo a la total libertad de expresión. Es habitual que Por Esto! con toda responsabilidad y pruebas se lance contra los siniestros mitos del neoliberalismo, pilares de los miramones panistas. Ha denunciado por ejemplo las narcoactividades de Roberto Hernández.

El periódico recibe agresiones -granadas últimamente- pero sus lectores cada día aumentan y el diario día tras día abre amplios caminos de democracia. Dominar no sólo Campeche sino también Yucatán era el sueño de tesorito que posee ahí muchas gasolineras, pero se le cebó y el estado pudo sacudirse al panismo después de soportar a un Laviada.

Debo agradecer mi presencia en Por Esto! al Diario de Yucatán, del primo de Mario Renato, Carlos Menéndez, quien me corrió por haber llamado a su tocayo Castillo Peraza, simplemente “La Peraza” por características conocidas del mentor de Calderón. El mote de “Leperaza” era el que le daban al panista (desde 1967) los reporteros capitalinos cuando era rival de Cuauhtemoc Cárdenas en la contienda por la Jefatura de Gobierno en el DF en 1997. El ideólogo de Acción Nacional, trabajó 6 años para el PRI de López Portillo en un desaparecido Diario de Campeche, instalado precisamente por el Diario de Yucatán. CCP convivió con el actual presidente espurio durante tan loable empresa consistente en servir a Jolopo que quería destruir al campechano Carlos Sansores Pérez, padre de la actual diputada de Convergencia, Layda Sansores San Román. Seis años vivieron en Campeche Castillo Peraza y su asistente Felipe Calderón, en el hotel Baluartes de la familia Arceo. De manera que cuando los panistas le echan en cara su pasado priismo a muchos políticos enemigos, no deben olvidar el ramplón priismo de estos dos próceres blanquiazules.
En fin, felicidades a los que no temen la verdad ni a su libre expresión.
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www.satiricosas.mexico.org

 

 

Desfiladero

Jaime Avilés

■ Calderón: el vendedor de Pemex se postrará en España ante el rey y Repsol

Pasado mañana, Felipe Calderón llegará a España para postrarse ante el rey Juan Carlos, el exigentísimo José Luis Rodríguez Zapatero y los magnates de los grandes consorcios ibéricos que en 2006 le impusieron el grotesco disfraz de “presidente” a cambio de que les entregara una porción de Petróleos Mexicanos (Pemex).

Durante su visita de cinco días a Madrid, Barcelona y Zaragoza, Calderón se las verá negras cuando trate de explicar, primero, por qué sus petrosenadores (Manlio Fabio Beltrones, Francisco Pemexgate Labastida y Santiago Creel) no fueron capaces de consumar el madruguete legislativo que, según sus más íntimas promesas de campaña, aprobaría por sorpresa la llamada “reforma energética”.

A continuación, deberá justificar por qué los defensores de su proyecto han perdido los ocho debates que hasta ahora se han llevado a cabo en el Senado de la República, o por qué los levantacejas de los medios electrónicos, o las plumas flamígeras de la prensa de derecha, no han podido convencer a nadie de que a nuestro país, hundido como está en la miseria, le conviene vender una industria que deja 3 mil millones de dólares mensuales.

Curándose en salud ante los regaños que seguramente le esperan por lo mal que ha manejado este asunto (y todos los demás: empleo, alimentos, inflación, narcotráfico, derechos humanos, etcétera), hace unos días Calderón mandó de avanzada a su publicista de cabecera, el contrabandista de odios, Antonio Solá, quien durante un coctel auspiciado por la Secretaría de Relaciones Exteriores y la embajada de México en Madrid declamó un espot en vivo y en directo al asegurar que la “apertura” del sector energético es “casi” un hecho.

Para corroborar las palabras de Solá, ahora Calderón llevará consigo recortes de periódicos (ya podemos imaginar de cuáles), devedés con noticiarios de Televisa y Tv Azteca, y desde luego encuestas, muchas encuestas –encargadas por ejemplo a Gea-ISA, la empresa de Jesús Reyes Heroles González Garza, director de Pemex–, con todo lo cual intentará tranquilizar a sus patrones y pedirles sólo un poco más de tiempo. Y sobre todo comprensión: él nunca había gobernado a nadie y todavía está aprendiendo.

Con la muy valiosa ayuda de Felipe González, de José María Aznar y de otros cabilderos de lujo, el rey Juan Carlos y Rodríguez Zapatero escucharán, disimulando su impaciencia y su disgusto, que de acuerdo con la agenda del desesperado hombrecito de Los Pinos, faltan sólo un mes y algunos días para que termine la pesadilla en que se ha convertido el debate en el Senado y entren en vigor los acuerdos, nada secretos, que ha establecido con los líderes parlamentarios del PRI y del PAN, a fin de que el Poder Legislativo inicie un periodo extraordinario de sesiones y apruebe finalmente sus medidas privatizadoras, con “algunos cambios”, que ya preparan Beltrones, Labastida y Gamboa Patrón, en combinación con los chuchos del PRD.

Después de ese amargo trance madrileño, Calderón aterrizará en la antigua “ciudad condal”, que muchos latinoamericanos avecindados en Cataluña han rebautizado como “ciudad congal”, donde habrá de reunirse con los dueños del poderoso banco La Caixa, propietarios de Aguas de Barcelona, una empresa fundada en 1887, que en la actualidad controla por completo el sistema de agua potable de Saltillo, Coahuila, donde impone sus tarifas de la manera más abusiva, cobrando lo que quiere, evadiendo impuestos, dañando el medio ambiente y devastando los mantos freáticos de la región sin que el municipio, ni el gobernador Humberto Moreira, le digan nada de nada.

Sin duda, al llegar al edificio inteligente de Aguas de Barcelona –donde el consorcio le solicitará apoyo para apoderarse de 20 ciudades mexicanas más–, Calderón recibirá un fuerte aplauso porque en 2003, todavía como director del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, afirmó que la privatización del agua potable de Saltillo era un “caso de éxito”, que hoy, aquí entre nos, debe ser documentado detalladamente porque es todo un modelo de lo que se planea hacer con Pemex.

En algún momento de su gira, asimismo, Calderón saludará a los accionistas de Gas Natural de México, una filial de Repsol, que distribuye gas asociado del petróleo, como combustible de uso doméstico, en toda el área metropolitana de Monterrey y, al igual que Aguas de Barcelona, cobra tarifas leoninas por prestar un servicio vital para cientos de miles de personas, jurídicamente indefensas.

Habrá, pues, que seguir con detenimiento los avatares del viaje calderónico a España, porque éstos nos darán la clave de muchas cosas. Pero ello no debe distraernos de la tarea central de estos días, que es la organización de la consulta nacional sobre la venta de Pemex, un tema que los periodistas ibéricos no le tocarán para nada al empleado de Juan Carlos I (y si alguien supone lo contrario, que diga cuánto está dispuesto a apostar).

Al respecto, hace días, un insigne escritor de la ultraderecha mexicana señaló en un artículo de prensa que un populista predica “ideas que sabe falsas entre personas que sabe idiotas”. ¿A quién se refería? Quizá a Beltrones porque, en opinión de éste, “no necesitamos andar haciendo consultas para entender bien lo que quiere el pueblo de México”. O probablemente a Reyes Heroles, para quien el del petróleo “es un asunto demasiado complejo como para someterlo a consulta popular”.

O a Georgina Kessel, la secretaria de Energía, para quien la decisión sobre la venta de Pemex “se tomó en 2006” (al calor del fraude electoral). O acaso a Santiago Creel, quien antes de insinuar, como lo hizo el jueves, que la consulta constituye una amenaza a la paz pública, había observado que saldría “carísima”, tras lo cual comentó, lleno de consternación: “¿de dónde vamos a sacar ese dinero?”.

El Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, como salta a la vista, sigue por el buen camino: los balbuceos de la ultraderecha no convencen a nadie, no sólo cuando tratan de justificar la venta de Pemex sino cuando intentan descalificar la consulta, que se realizará el 27 de julio en el Distrito Federal y sin duda en muchas otras ciudades del país.

A todas las personas que deseen colaborar en la difusión de este ejercicio democrático representando en calles y plazas públicas la brevísima obra de teatro llamada El Loro Negro, se les invita a una reunión el próximo sábado 14 de junio en el parque México de la colonia Condesa a las 12 horas, y a quienes vivan en el interior del país y compartan el mismo interés se les ruega comunicarse a la dirección electrónica jamastu@gmail.com, para ponernos de acuerdo sobre la fecha del estreno, dentro de cuatro fines de semana, a más tardar.

Para comunicarse con El Loro Negro www.eloronegro.blogspot.com

 

Gustavo Iruegas /I

¡Castrar al Sol!

El sino trágico de México, tantas veces refrendado en los avatares de la historia, contiene también la determinación de su pueblo de enfrentar con coraje y entereza la desventura, la adversidad, el abuso y aun la traición.

En los primeros capítulos de la epopeya nacional está la destrucción de las civilizaciones originarias de esta tierra con la que empieza el relato de la tragedia. Maya es la querella y el lamento que mejor condensa el crimen: “¡Castrar al Sol! Eso vinieron a hacer aquí los extranjeros”. El atroz asalto fue tan tremendo como habría sido acabar con la luz y con la vida.

Roto el orden social, invalidada la moral, desechada la religión, desorganizado el poder y dispersa la nación, los antiguos mexicas, mayas, texcocanos, tlaxcaltecas y las demás naciones encontraron que, además, ya no eran quienes habían sido. Con la espada y la cruz –más la pólvora, la viruela, la insidia, la corrupción y tantos otros males– se les había arrancado la identidad. De repente eran simplemente “indios” y estaban sujetos a un nuevo orden del que no eran parte, sino sólo posesión. De la brutal imposición de la cultura española sobre la raza autóctona surgió la nación mexicana.

Atemperada por los siglos, la identidad nacional se fue gestando hasta que encarnó en entidad y reclamó su lugar en el concierto de las naciones. Los mexicanos habían comprendido que la liberación requería del binomio virtuoso que hacían la independencia política y la revolución social. Romper los lazos coloniales y construir un orden político propio justo y progresista. Se obtuvo la independencia, pero la revolución se malogró.

Aun así, la idea era diseñar un orden jurídico ajustado a la gente, a la tierra y al tiempo; construir un Estado capaz de cumplir su cometido final de procurar seguridad y bienestar a la nación. La voluntad nacional se empeñó en realizar un proyecto político para el que se requería consolidar la soberanía en el interior y al mismo tiempo preservarla de los embates de las potencias ajenas, interesadas en explotar el territorio, los recursos y la población de la joven República. Para lograrlo, el Estado mexicano debía estar acorde con los tiempos y nutrirse de lo más avanzado del pensamiento universal. El arquetipo estaba en los estados revolucionarios, las democracias ejemplares del momento: Estados Unidos y Francia.

La República se organizó bajo el modelo estadunidense y se nutrió de los valores sociopolíticos de los franceses. ¡Quién le habría de decir que serían precisamente esos estados sus principales depredadores!

El gobierno se instaló en la mediocridad, situación que se produce cuando los medianos tendrían que ser excelsos, y de allí cayó a la aberración que condujo fatalmente a la perdición.

Incapaz de evitar la mutilación territorial infligida desde el norte y –aprendida la lección– después de la implantación del Estado laico y la exitosa defensa de la República que detuvo la acometida imperial francesa, la nación se dio un respiro republicano, pero hubo todavía de padecer uno de sus males congénitos: una clase política extraviada y pronta a sustituir los intereses nacionales por el lucro personal y el inefable placer de mandar. La encabezó un héroe que devino dictador.

Naturalmente, la dictadura provocó una revolución social. Se luchó primero por la democracia –por la efectividad del sufragio, aún tan lejana–, después por restablecer la Constitución y enseguida por renovarla. Instaurarla fue una tarea obstruida por la lucha entre los caudillos y contra la reacción y, nuevamente, la Iglesia. La revolución alcanzó su cúspide con la expropiación petrolera, y aunque siguió generando gobiernos, ya no fueron gobiernos revolucionarios. Fueron solamente gobiernos emanados de la revolución.

El último de ellos, cautivado por el alza en los precios del petróleo y las engañosas ofertas de crédito, cambió la estrategia revolucionaria que preservaba el petróleo para la nación y se sumó a la alegre vendimia de los incautos. Se desoyeron las advertencias y se ignoraron los peligros. No tomó mucho tiempo a los compradores imponer sus precios a los vendedores ni a los acreedores practicar las malas artes de la usura. Como ratas ante el naufragio, pero con perfidia propia, los dineros nacionales se dieron a la fuga. La airada y tardía respuesta fue la largamente postergada decisión de nacionalizar la banca, ¡a sólo dos meses de entregar el poder a quien habría de revertirla!

Entre tanto, ya daba sus frutos la fórmula concebida en Estados Unidos para controlar a México que confiaba en educar él mismo a los “ambiciosos” jóvenes mexicanos para que, finalmente, se adueñaran de la Presidencia. “Sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queramos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros”. Verdadero anatema, la receta era cierta y efectiva, pero insuficiente. Faltaba desvincular a la burguesía de los intereses de la nación.

 

 

 

 

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