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Artículo de Carlos Monsiváis

Artículo de Carlos Monsiváis
 Levantar el polvo, limpiar la casa
Carlos Monsiváis
8 de junio de 2008

Aprimera o cuarta lectura resulta incomprensible el alegato del presidente Felipe Calderón, a propósito de la ola criminal que ha sometido al país a muy elevadas cifras de muerte y muy considerables cuotas de pánico. “Lo que comentaría con ustedes —les afirmó a los empresarios de Puebla— es que si hay polvo saliendo de las ventanas, yo diría que no se preocupen, estamos limpiando la casa y poniéndola en orden. Pero vamos terminar esa tarea” (4 de junio de 2008). Brotan las preguntas o los asombros.

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Calderón califica de lo que sería “talacha de plumero” la ofensiva delincuencial más terrible que se conoce en México. Han sido asesinados veintenas de policías y agentes federales, la mayoría por su defensa de las instituciones, han muerto jefes policiacos, jueces y transeúntes, se ha torturado a cientos de personas, se ha inhibido a la población de varias ciudades, se ha reducido (por miedo) el turismo, se han intensificado los secuestros, se ha exhibido el inmenso poder de compra del narcotráfico y algunos (apenas algunos) de los alcances del lavado de dinero, y eso es “polvo saliendo de las ventanas”. Unas preguntas al respecto:

 

—¿Quién provoca la remoción del polvo? El gobierno federal ciertamente no, porque lo ocurrido no lo tiene como protagonista central sino como registradora funeraria y como relator muy inadecuado de las matanzas. Tampoco, a menos que el lenguaje se mande solo, cuando se habla del “polvo” que sale de las ventanas, se alude a los muertos, heridos, torturados, porque sería una manera muy despótica de referirse a seres humanos, entre ellos miembros de las fuerzas de seguridad pública, algunos emboscados, o vencidos por la disparidad del armamento o asesinados mientras dormían o traicionados por sus compañeros. Nadie, sensatamente, podría referirse a ellos como “polo”, a menos que en un discurso gubernamental se introduzca una cita bíblica por entero ajena al tema: “Polvo eres y en polvo te convertirás”, aplicable a todas las casas, se limpien o no. ¿Pero con qué objeto introduciría Calderón la condición mortal del ser humano en un discurso sobre las graves limitaciones de control del gobierno federal y los gobiernos de los estados?

 

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Llama ya no tan poderosamente la atención, la expresión tranquilizadora de Calderón. “Yo diría que no se preocupen: estamos limpiando la casa y poniéndola en orden”. Así que toda esta atroz temporada de crímenes, estallidos de gran corrupción e impotencia social y policial es el resultado de una notable operación limpieza. Más preguntas: ¿cómo se entiende “la limpieza”? ¿La cadena de homicidios es una acción federal deliberada? ¿La casa se limpia mientras la sangre entra? ¿La puesta en orden es una movilización de las agencias funerarias? ¿Y cómo se explica la otra aclaración de don Felipe: “Mi administración está inmersa en una campaña frontal y seria contra la delincuencia organizada y por la recuperación de la seguridad en el país, acciones que generan tensión y espectacularidad”?

 

¿Lo que está pasando es, insisto, fruto de un plan y todos estos ires y venires de las ejecuciones y los cadáveres calcinados y las decapitaciones y las embestidas contra grupos de policías y agentes, proviene de la estrategia que genera tensión y espectacularidad? Si Calderón tenía algo distinto en mente cuando se jactó de su eficacia, ¿por qué no lo dijo? Él ha sido muy enfático al señalar que la privatización (está bien, no es privatización sino oportunidad de la riqueza instantánea en cada refrigerador, en cada cama de hospital, en cada aula, en cada carretera y bomba de agua), ¿por qué no alivia nuestra tensión ante la espectacularidad y nos dice de qué se trata su operación polvo?

 

II

El odio instantáneo a la propuesta múltiple, encabezada por el gobierno de la ciudad de México, a una Consulta sobre la Reforma Energética, prueba que la intolerancia comienza en la incomprensión. ¿Cómo puede una consulta descarrilar la reforma energética? ¿Por qué los ciudadanos no entienden nada sobre el tema y no entenderán por lo visto? ¿Es el analfabetismo energético la causa del pizarrón desértico en que se ha convertido el alud de declaraciones oficiales? (La metáfora es infortunada pero se debe a su incondicionalidad con las explicaciones).

 

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¿En dónde radica la disidencia en el orden nacional? ¿Cómo a pesar de la desigualdad de fuerzas los que quieren ejercerse como ciudadanos insisten en movilizarse? ¿Se complementan las lecciones de las décadas de protesta y las de las décadas de exaltación de los corruptos? ¿Qué posibilidades tiene la disidencia de ejercer el poder a través de las rectificaciones de los gobiernos? Sí se avanza: la derecha no gobierna en la ciudad de México, sí aprueba la Asamblea de Representantes del DF la despenalización del aborto, las sociedades de convivencia, y los desnudos masivos en el Zócalo, por ejemplo. Y las movilizaciones cuentan, esa gran cartografía disidente tiene un peso enorme en la vida urbana y, al mismo tiempo, se ha incorporado a la vida cotidiana. El tumulto no deja ver a la multitud, la confederación de gritos oculta la protesta, el sentimiento de indignación moral se expresa por la presencia de cientos de miles. Según datos oficiales, de 2001 a 2006 hay en la ciudad de México en promedio 5.4 movilizaciones al día, en las cuales el 65% de los asistentes acude en pos de la solución de causas federales y el 26% por demandas a los órganos legislativos o a los partidos políticos. Y en 2006 las marchas de protesta son un gran logro poblacional de la crítica.

 

A momentos, parece que toda la ciudad es un hervidero de la disidencia; a ratos parece que no pasa nada; por lo común, se menciona al ojo del huracán en su versión “posmoderna”: si se quiere que el huracán no nos sorprenda, que el huracán estalle por sectores, por actitudes, por protesta de vecinos, por marchas jubilosas y airadas, por las exigencias de los gremios. Protesta y caos vial, marchas y parálisis urbana. Sí, hay hábitos de arraigo domiciliario, pero nadie le toma fotos o le graba un video dos veces a la misma multitud.

 

 

Escritor

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