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Artículo de Jaime Aviles

Artículo de Jaime Aviles

Desfiladero

Jaime Avilés
jamastu@gmail.com

■ ¿Se equivocó López Obrador?

■ Prepara Bush un fraude contra Obama

En medio del alud de críticas en contra de Andrés Manuel López Obrador, entre ellas las de algunos de sus aliados, como el senador tabasqueño Arturo Núñez, un periódico oficialista publicó ayer que “grandes petroleras como Shell, Exxon Mobil, Petrobras, Statoil Hydro y hasta Chevron”, no han descartado “su posible intervención en la producción de hidrocarburos bajo las reglas de la reformita petrolera que ya pasó el Senado”.

Estas empresas, representadas por abogados locales, “agremiados en la Asociación Mexicana de Derecho Energético, que preside Tomás Mueller Gastel”, están interpretando los nuevos esquemas de contratación “que detonarán (sic) los cambios a la ley reglamentaria del 27 constitucional”, aprobada el jueves en la Torre del Caballito.

Asimismo, agrega el rotativo, esos consorcios están a la espera del “reglamento de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (que) decidirá la asignación de bloques para la exploración y producción” de pozos petroleros, y “no descartan que pese a la ‘reforma chiquita’ al final todavía pueda salir algún negocio interesante”.

¿Se equivocó López Obrador al encabezar las protestas en las calles, para tratar de impedir la aprobación de una reforma a la que le faltaron unas cuantas palabras para que Shell, Exxon Mobil, Petrobras, Statoil Hydro y Chevron descartaran de una vez por todas la posibilidad de que al final salga “algún negocio interesante”?

Que el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo triunfó al conjurar el peligro de que las empresas privadas almacenen, transporten y refinen crudo dentro de nuestro país, nadie lo pone en duda. Sus militantes deben sentirse satisfechos por eso y porque, además, Petróleos Mexicanos dejará de pagar la sangría de los Pidiregas (que le enjaretó Ernesto Zedillo), se fortalecerá con sus propios ahorros y construirá una nueva refinería para así importar menos gasolina.

Que otro de los grandes logros de esta lucha es que no habrá contratos de riesgo, lo refleja la siguiente nota informativa, publicada apenas el martes: “si la reforma de Pemex no contempla como socias a grandes petroleras no tendrá ningún sentido”, dijo Ángel Morán Chuecos, director de ventas de GE Oil and Gas en México, para quien “el esquema de contratación aprobado no es atractivo para operadoras petroleras”, porque si el pozo que exploren resulta seco, la paraestatal no podrá “pagar(les) el servicio (ni) los activos invertidos”.

De lo anterior cabe deducir dos cosas: si las compañías petroleras están decepcionadas con la reforma, esto sólo significa que el movimiento se apuntó importantes victorias. Sin embargo, si los grandes tiburones aún alientan esperanzas de hacer “negocios interesantes” mediante los bloques de exploración y perforación, eso quiere decir que López Obrador y los defensores de Pemex tuvieron razón al protestar el jueves para exigir mayores garantías que, hasta donde se alcanza a ver, hoy son más que necesarias.

En los hechos, con las movilizaciones ante las sedes del Senado, que refrendaron el carácter espurio y golpista del régimen de Felipe Calderón, el estratega tabasqueño apostó a ganar dos veces: una, al mantener tensas todas las cuerdas para que a la hora de la hora los senadores prianistas y chuchistas no cambiaran lo que el movimiento los obligó a acordar, y dos, al no avalar ni hacerse cómplice de los enjuagues a oscuras que más temprano que tarde saldrán a la superficie con la asignación de los bloques.

¿Qué son los bloques?, se preguntan incluso observadores que de lejos simpatizan con el movimiento pero no entienden este concepto. Gracias a la reforma recién aprobada, el Golfo de México será dividido en “cuadritos”, o áreas, de determinada extensión de kilómetros cuadrados, que a su vez serán repartidos entre las compañías petroleras para que cada una tenga el privilegio de explorar el fondo del océano, perforar donde crea o sepa que hay petróleo, y extraerlo para entregárselo a Pemex, sin salirse de los límites del “cuadrito” que le otorguen en exclusiva.

¿Cómo se asignarán esos cuadritos o bloques? Nadie lo sabe, eso lo decidirá el reglamento de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, acerca del cual no hay siquiera media palabra escrita. ¿Allí es donde va a saltar la liebre? ¿Allí es donde se van a dar los “negocios interesantes” para las petroleras del mundo?

¿Por dejar abierto ese resquicio legal es que el PRIAN y los chuchos aceptaron todo lo demás? ¿Por eso Guadalupe Acosta Naranjo salió en la tele el miércoles por la noche, amenazando con que llevaría “10 mil militantes” al Senado a “defender” la reforma, aunque todo era un vil truco de gañán de cantina para asustar a los pobres de espíritu? ¿Por eso Genaro García Luna secuestró militarmente a los senadores en la Torre del Caballito de Troya?

López Obrador no se equivocó: los hechos muy pronto van a demostrarlo. Por eso, mañana en el Monumento a la Revolución comenzará, entre otras cosas, la batalla por el reglamento de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, que va a repartir las aguas profundas entre los piratas del Golfo de México. Así que mucho ojo porque éstos, si bien decepcionados por la falta de estímulos, no han perdido la esperanza de quedarse con el tesorito de Calderón y Mouriño.

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