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Artículo de Jaime Ornelas Delgado

Artículo de Jaime Ornelas Delgado
 

 TENDAJÓN MIXTO  

El Plan Mérida y el narco como coartada

 
Jaime Ornelas Delgado

Será cierto que a la actual administración de Barack Obama le preocupa el narcotráfico? Lo dudamos, pues si en realidad hubiera interés por terminar con un problema de salud pública como el consumo de estupefacientes en Estados Unidos, otras deberían ser las acciones. Quemar sembradíos en las montañas de Latinoamérica o dotar de armamento sofisticado a las fuerzas armadas de nuestros países no baja el consumo de drogas entre los jóvenes de Nueva York, Chicago o Los Ángeles. Pero entonces, ¿por qué se sigue militarizando un problema que no es militar? ¿Qué intereses hay tras esta “guerra a muerte” contra el narcotráfico?

Réplica del Plan Colombia –que en casi 10 años de existencia y alrededor de 5 mil millones de dólares gastados no ha reducido en un gramo la producción de cocaína en Colombia y sí, por el contrario, creció–, se impulsa ahora el Plan Mérida, también conocido como Iniciativa Mérida o Plan México. El plan es un proyecto de seguridad establecido entre los gobiernos de Estados Unidos, México y las naciones de Centroamérica y el Caribe para “combatir el narcotráfico”. El acuerdo fue aceptado por el Congreso de los Estados Unidos, y activado por el ex presidente Bush en junio de 2008. Ahora, la administración de Barack Obama lo ha hecho suyo, y entre sonrisas y suaves maneras lo ha comenzado a imponer a nuestros países.

El paquete de asistencia prevé un monto de mil 600 millones de dólares para un plazo de tres años. Durante el primer año se entregarán a México 400 millones de dólares en equipo y entrenamiento de efectivos, así como un monto de 65 millones de dólares para: Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá.

Oficialmente los objetivos perseguidos con este plan son: mejorar los programas de seguridad y vigilancia del territorio de los países involucrados; modernizar el equipamiento de las agencias encargadas de la guerra contra el narcotráfico y capacitar a sus efectivos para elevar su eficiencia operacional, proveyéndolas además de tecnología computarizada para fortalecer la coordinación entre Estados Unidos, México y los países de centroamericanos en una guerra como esta, que por cierto ya perdió en su momento Eliot Ness. La “ayuda” también prevé el aprovisionamiento de tecnologías para aumentar la capacidad de de inteligencia con propósitos de orden público. En fin, mucha apoyo para la guerra y nada para desarrollo.

Como se ve, el narcotráfico, nuevo demonio que recorre las tierras latinoamericanas, puede servir para mucho. Por lo pronto, ha servido para generar planes como el Colombia o la Iniciativa Mérida, que militarizan la región con un altísimo riesgo, denunciado ya por analistas y activistas del movimiento popular, de hacer que estos planes terminen criminalizando  las luchas sociales.

 

Hágame usted el... favor

Sin Cuba no tiene significado alguno cualquier Cumbre de Las Américas...

En verdad, lo más notable de esa reunión no fue, por cierto, la gris presencia de Felipe Calderón, sino el generoso obsequio de Hugo Chávez a Obama, a quien el venezolano le entregó Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano. En esa obra alucinante, imprescindible, Obama encontrará declaraciones de sus antecesores, como la hecha por William H. Taft, quien develó lo que ha sido la guía de la conducta estadunidense en América Latina: “No está lejano el día en que tres banderas de barras y estrellas señalen en tres sitios equidistantes la extensión de nuestro territorio: una en el Polo Norte, otra en el canal de Panamá y la tercera en el Polo Sur. Todo el hemisferio será nuestro, de hecho, como, en virtud de nuestra superioridad racial, ya es nuestro moralmente” (p. 164)...

Pero, si sabe leer, Obama podrá quizá entender la parte final del libro de Galeano: “Es mucha la podredumbre para arrojar al fondo del mar en el camino de la reconstrucción de América Latina. Los despojados, los humillados, los malditos tienen, ellos sí, en sus manos la tarea. La causa nacional latinoamericana es, ante todo, una causa social; para que América Latina pueda nacer de nuevo, habrá que empezar por derribar a sus dueños, país por país. Se abren tiempos de rebelión y de cambio. Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre la conciencia de los hombres”. Así es que, señor Obama, póngase a leer Las venas abiertas de América Latina, y ni siquiera se le ocurra intervenir en los procesos de liberación que se suceden en Latinoamérica...

“El narco ‘respeta’ a la iglesia”, dijo el episcopado, pero a los señores prelados se les olvidó agregar que, además del respetillo, también la sostiene con generosas narcolimosnas, ¿o no?

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