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Artículo de Sergio Cortés Sánchez

Artículo de Sergio Cortés Sánchez

CARPETA 

El oráculo del voto blanco

 
 
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    SERGIO CORTÉS SÁNCHEZ

    No sufragar y el voto en blanco serán las novedades del actual proceso electoral: la abstención del 58 por ciento de hace seis años hoy podrá ser del 70 por ciento, y el tradicional 3 por ciento de votos nulos podrá duplicarse al incluir los votos blancos. Televisa, principal promotor del voto en blanco, festeja ya su victoria y la traduce en mandato de ley: reelección de legisladores y mandatarios; disminución del periodo legislativo; contratación de publicidad en medios electrónicos por parte de particulares; restauración de campañas negativas; candidaturas ciudadanas y no regulación de precampañas. Televisa interpreta el sentir de los abstencionistas, de los anulistas del voto por error y de los sufragantes del voto en blanco, exige candidaturas y campañas mediáticas al estilo de Enrique Peña Nieto y no quiere negociar con los partidos, hasta ahora, únicos postulantes a cargos de elección popular.

    Hay una pérdida de confianza en los partidos políticos, en los políticos y en las instituciones, intensificada por el desencanto generado por los gobiernos panistas: en general hay mayor rechazo hacia los partidos, y en particular hacia el PAN: en 30 meses de gestión de Felipe Calderón, uno de cada cuatro ciudadanos modificó su valoración hacia el PAN, en tanto que el PRI y el PRD mejoraron en aceptación. Con base en una escala de confianza hacia los partidos con respuestas de mucho, algo, poco o nada, y asignando un valor a cada una de esas respuestas, se construyó un índice de confianza con base en febrero de 2006 que es igual a 100 para todos los partidos; en marzo de este año, el PAN había caído a 84, el PRI se ubicó en 114 y el PRD descendió a 87. El presidente de la República, los gobernadores y alcaldes también han perdido confianza: de 100 puntos registrados en febrero de 2006, el pasado mes de marzo tenían 78; los diputados federales y senadores no son la excepción, pasaron de 100 a 84 en las mismas fechas.

    La inseguridad pública es un problema de muchos y un botín de los panistas: han magnificado las acciones contra narcos menores y se lucen al lado de los militares en esa cruzada. Aun así, la crisis ha calado hondo y hay escepticismo y desencanto del Poder Ejecutivo: de 100 puntos de credibilidad que tenía la presidencia de la República en diciembre de 2006, pasó a 67 en agosto de 2008,  los dirigentes de los partidos políticos pasaron de 100 a 72 y los alcaldes de 100 a 64. La cruda del voto útil ha llevado muchos a votar en blanco en esta ocasión o a no votar.

    Al IFE se entra rápido pero se sale muy lento: es más fácil salirse de Nextel que del instituto electoral. Cada año, según las estimaciones del Consejo Nacional de Población (Conapo) mueren 464 mil 483 ciudadanos; entre 2003 y 2009 habrían muerto 2.8 millones y el IFE ha dado de baja en ese periodo a 2.3 millones por defunción y suspensión de derechos. La población de 18 años o más, según Conapo, es de 70.28 millones a junio de este año, y según el IFE, la lista nominal de electores es de 77.48 millones; hay una diferencia de 7.18 millones de ciudadanos; hay subrreprentación en los menores a 20 años y sobrerrepresentación entre los de 20 años o más. Los mexicanos que radican fuera del país son otra de las causas del excedido listado nominal de electores: entre 2000 y 2009 el saldo neto migratorio internacional sería de menos 5.6 millones según Conapo, de éstos, 3.1 millones tenían 18 años o más cuaxdo se fueron: existen, están credencializados, tienen derecho al sufragio, pero no radican en territorio nacional y no hay los mecanismos para que puedan sufragar en el extranjero; además, el instituto electoral está desacreditado: tres de cada cinco ciudadanos no le tiene confianza.

    Desvalorizados los partidos, éstos son los menos importantes para decir sufragar: los programas y candidatos tienen un peso mucho mayor. Desencantados de los elegidos y traicionados por las acciones públicas emprendidas, sufragantes de toda la vida votarán hoy blanco; otros harán lo mismo para desacreditar al árbitro y a la norma. No votar o hacerlo en blanco no tiene efectos en la distribución de candidaturas plurinominales, en el financiamiento de los partidos ni pérdida de registro de partido. Si lo que se desea es una reforma electoral que reintegre la soberanía al sufragante, habría que discutir la revocación de mandato, la iniciativa ciudadana, el referéndum y el plebiscito, pero sobre esos temas sólo hay descalificaciones desde Televisa.

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