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Artículo de Guillermo Fabela Quiñones aparecido hoy en el diario Por Ésto de Yucatán

Artículo de Guillermo Fabela Quiñones aparecido hoy en el diario Por Ésto de Yucatán

Un gobierno rebasado

 

Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes…

 

Ante su incapacidad para gobernar, Felipe Calderón se afana en imponerse al interior de su partido, como única alternativa, según él, para paliar su salida de Los Pinos y evitar un descalabro mayor cuando eso suceda. Con sus amigos en la cúpula panista, piensa él, será menos complejo el relevo a un contrincante que seguramente no será del PAN. Contra viento y marea habrá de imponer en la presidencia del partido a César Nava, aun cuando los costos que por ello deba pagar dicho instituto político serán más catastróficos en el 2012.
Si las fuerzas de izquierda tuvieran la altura ética y visión suficiente para aprovechar la coyuntura, se podría enviar a los panistas al tercer lugar de las preferencias electorales, pero como eso es impensable porque seguramente “Los chuchos” seguirán en la palestra dentro de tres años, el bipartidismo habrá de avanzar para complacer a la oligarquía y, sobre todo, a la Casa Blanca en Washington. El servicio prestado les redituará grandes beneficios a los miembros de dicho grupúsculo corrupto, pero el daño a la nación será impagable.
Para México no se vislumbra una salida que lo ponga a salvo de la voracidad de grupos de interés que no tienen empacho en acabar con lo que queda del patrimonio nacional, al fin que sus herederos no vivirán para entonces aquí, sino en Europa y Estados Unidos. De ahí lo absurdo y demagógico del optimismo irracional que es la divisa del gobierno calderonista. No hay ninguna base para pensar que podamos salir del atolladero al que nos llevaron los tecnócratas neoliberales en tres décadas de encabezar las instituciones nacionales.
Menos todavía si quienes dirigen realmente al país siguen empeñados en mantener una política económica igualmente irracional y contraria a los intereses mayoritarios. Esto a pesar de las llamadas de atención de líderes del sector privado que ven peligrar sus intereses, como la que acaba de hacer el presidente de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), Salomón Presburger. Dijo que “el modelo económico está agotado”, ya que es insostenible seguir creciendo con 20 millones de personas en pobreza extrema, lo que evidentemente es una realidad. Aunque lo cierto es que son muchas más, de acuerdo con datos del INEGI.
Por eso no tiene ni pies ni cabeza que el secretario de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, afirmara que la crisis que nos agobia “está tocando fondo”. Según él hay signos de que pasó lo peor, aunque evadió precisar cuáles eran esas señales. Al comparecer ante la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, el funcionario se mostró incapaz de convencer a los diputados y senadores de oposición, quienes le lanzaron críticas que no pudo responder. Por eso asombra que el gobierno calderonista siga empeñado en decir mentiras y eludir la verdad, pues a estas alturas a nadie engaña.
Todos los indicadores económicos son adversos, por donde quiera que se les mire, baste referirse al último dato del INEGI con respecto a la caída de la economía en el mes de mayo, que fue de 11.1 por ciento con relación al mismo mes del año pasado. Con todo, lo más dramático del caso es el desplome de los rendimientos netos de PEMEX, que fue de 92.81 por ciento en un año, de acuerdo con información que envió la paraestatal a la Bolsa Mexicana de Valores.
No, no ha pasado lo peor ni estamos cerca de que eso ocurra. Dicen mentiras los funcionarios calderonistas porque creen que pueden seguir engañando a una población desinformada, casi analfabeta y fácil de manipular. Con todo, da la casualidad que tantos años de crisis originada aquí mismo, no en el exterior, han hecho madurar a la sociedad, y a pesar de su escasa capacidad para discernir las causas de los problemas reales del país, intuyen que éstas se encuentran en la pésima conducción de los asuntos públicos por parte de tecnócratas voraces sin compromiso alguno con la nación.
De ahí la estrepitosa derrota sufrida por el PAN el pasado 5 de julio, gracias a la cual habrá de salir de Los Pinos para no volver jamás. Ojalá el PRI haya aprendido la lección y rompa con la tecnocracia desnacionalizada que se aferra a seguir por la misma senda, por convenir a sus mezquinos intereses.

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