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Artículo de Alejandro Gertz Manero

Artículo de Alejandro Gertz Manero
Alejandro Gertz Manero
¡Futbol, sí! ¡Guerra, no!
05 de agosto de 2009
 
   
  
 
 
 
 

 

Algo vamos a tener que hacer los mexicanos para que entiendan quienes nos gobiernan y pastorean que el tema de la guerra contra los malos y los perversos ha dejado de ser mediáticamente productivo, para convertirse en una verdadera pesadilla que a todo el mundo tiene crispado, mientras el país se exhibe a nivel internacional como un territorio de cafrería social que está ahuyentando las inversiones y al turismo, ya que los únicos temas que se resaltan en los medios mundiales son los de las masacres, las ejecuciones, los degüellos y las balaceras que a diario sacuden al país, mientras los policías y las autoridades de todos los niveles se manifiestan como una gran pandilla de trogloditas cínicos y corruptos que tienen que estar sujetos a los castigos de otros funcionarios, que lógicamente no pueden ser ajenos a esa inmensa corrupción, que obliga al Ejército a detener a cuanto policía se cruza por su camino.

Como resultado de este espectáculo de terror y vergüenza que ha vivido el país en los últimos años, ya no hay institución que se salve, y las Fuerzas Armadas se hallan también sujetas a una gran presión nacional e internacional, en razón del desgaste permanente que tienen que enfrentar al realizar tareas policiacas de control y seguridad en un ámbito de anarquía, desorden y corrupción, en el que nadie quiere obedecer porque todos consideran que aquellos que mandan estarían mucho mejor ubicados en la realidad, sujetándose a proceso que iniciando juicios en contra de quienes no son sus cómplices.

 

Los beneficios mediáticos del “show de terror del narco” han dejado de existir para convertirse en una auténtica pesadilla, de la que ya las autoridades no saben cómo salir, todo lo cual nos recuerda el horror de lo que ha sido la ocupación militar de Estados Unidos en Irak para la inmensa mayoría del pueblo estadounidense, que nada quiere saber de ese pantano político que sólo ha dejado rechazo y tensión.

 

Si el ejemplo anterior, que el nuevo presidente de dicho país supo comprender, deslindándose hasta donde le ha sido posible de esa crisis, no es entendido por nuestros dirigentes, el hoyo negro de esta guerra, que es mucho más mediática que efectiva en términos de criminalidad cotidiana, no va a tener fondo y los daños para toda la sociedad se habrán de acentuar, como ya ocurrió para el partido en el poder en las recientes elecciones.

 

Hay que entender que los mexicanos ¡no queremos guerra! ¡Queremos futbol! Pero del bueno, del que gana, del que no da vergüenza, en el cual los jugadores no sean las actuales divas quebradizas de vidrio soplado, sino verdaderos machos, peludos, bigotones y bien bragados, como aquellos que les rompían las espinillas a patadas a sus contrincantes y eran capaces de morderles lo que estuviera a su alcance para impedirles que nos metieran un gol.

 

No olvidemos que México siempre fue un país de machos muy machos y de hembras muy hembras; y esto lo debemos refrendar en los estadios y no en las emboscadas arteras y cobardes de los narcos policías o de los policías narcos, que al fin y al cabo son lo mismo; y nuestros dirigentes en lugar de estar alimentando a la madre de todas las transas deberían organizarnos para ponerle en su progenitora a nuestros contrincantes deportivos, porque en eso sí hay consenso en el país; y para demostrarlo ahí esta el ejemplo del triunfo de nuestros paisanos frente a la modesta seleccioncita de Estados Unidos, que le dio al país la única satisfacción que hemos tenido desde hace décadas, ya que el día que no nos cae una epidemia, nos azota una balacera o nos corren a patadas de la chamba porque ya no hay dinero ni para los embutes y los trinquetes de nuestros próceres y burócratas.

 

Ojalá y nuestros líderes no olviden estos sencillos ejemplos futboleros en una estructura social a la que hay que entender y no imponer, ni aterrorizar a menos que se pretenda perder lo poquito que todavía les queda de credibilidad, gobernabilidad y respeto.

 

 

editorial2003@terra.com.mx

 

Doctor en Derecho

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