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Artículo de Jaime Ornelas Delgado

Artículo de Jaime Ornelas Delgado

 

Del “catarrito” al shock

 

MADELA BADA

Cuando la crisis apenas se iniciaba, allá por los principios de 2008, el gobierno neoliberal que padece México aseguraba que la economía nacional estaba blindada y que ya no sería como antes, como cuando un estornudo de Estados Unidos nos provocaba una pulmonía de pronóstico reservado. Ahora, dijo Carstens, a lo sumo nos dará un “catarrito”. Sin embargo, los he-chos se desenvolvieron de tal manera que la crisis nos ponía ante un panorama in-cierto y muy cerca de la catástrofe. Pero a pesar de las evidencias, las autoridades man-tenían su cerrazón, nada o poco pasa en México, estábamos  “blindados” y el go-bierno de Felipe Calderón creía exorcizar la crisis con tan sólo negarla.

Fue tal la incuria, que apenas a principios de mayo de este año el secretario de Hacienda, el inefable Carstens, reconocía lo que todo mundo sabía desde hacía tiem-po: “Es un hecho, estamos en recesión” (La Jornada, 8 de mayo de 2009: 32). Eso dijo el secretario con gesto adusto y preocupado, como si fuera la hora de comer y no le acercaran las viandas.

Pero los hechos se volvían crueles y la recesión en realidad es una crisis general: la caída del PIB en mayo a una tasa de 11.1 por ciento anual; la pérdida de 700 mil puestos de trabajo; el aumento de los precios de los alimentos en 135 por ciento por encima de la inflación general; el aumento de 6 millones de pobres en sólo dos años, eso sin contar el efecto ocasionado por la crisis y muchos otros datos, que dejan su frialdad cuando son la pobreza de millones, no permitían avizorar un futuro distinto al que tenemos bajo el neoliberalismo. Sin embargo, nuevamente desde la Secre-taría de Hacienda nos llega un mensaje men-tiroso: “Hay brotes verdes en la economía”, nos dijeron (La Jornada, 20 de julio de 2009: 31). Otra mentira que ya nadie creyó y que hoy trata de corregir Carstens diciendo, apenas anteayer: “México en shock financiero”. Y uno sabe que esa es una mentira más. pues está en shock toda la economía, el empleo, el tejido social, la política y sus valores, el modelo neoliberal y sus principios de libre mercado y equilibrio permanente.

Pero si el gobierno miente y pretende sostener un modelo obsoleto por incapaz en todo, hay voces que se levantan desde la universidad, cuando está no se vincula al gobierno y decide mantenerse como la conciencia crítica de la sociedad. Y enorgullece escuchar al rector de la Univer-sidad Nacional Autónoma de México (UNAM), doctor José Narro Robles, de-mandar a los representantes del gobierno federal, del sector privado, la academia y el Congreso de la Unión: “hacer un alto e el camino” y buscar los consensos necesarios para corregir el rumbo económico, porque “no se puede dar continuidad a es-quemas que no producen bienestar para la mayoría”. ¡Que orgullo ser universitario! ¡Esa es la voz de la universidad que necesita oír el país!

 

Hágame usted el... favor

En cambio, ya ve usted, y conste que lo ad-vertimos, Los Pumas fueron a Los Pinos a recibir el “beso del diablo” y desde entonces llevan tres partidos perdidos en línea y sin siquiera anotar un gol. Muchos lo dijeron y tuvieron razón: los saló el chamoi...

Los neoliberales serán incompetentes e ineficaces para gobernar, pero tienen una gran vocación para hacer negocios con recursos públicos y si, además, eso per-mite el control de la población mejor. Nin-guna otra cosa es eso de la cédula de identidad ciudadana: negocio de 3 mil millones de pesos, nada despreciables para la codicia de los mercachifles...

Hay precandidatos del PRI que di-cen que sólo aceptarán “los resultados de encuestas confiables”, claro donde ellos punten, las otras no sirven... Nos informa Carlos Fernández Vega en su columna Mé-xico SA (La Jornada, 8 de agosto  de 2009: 26), que el 31 de marzo de este año, en Los Pinos se expidió un cheque por un millón 799 mil pesos por la compra de “alimentos perecederos” y otro por 600 mil pesos para cubrir la compra de “quesos y lácteos”; el 4 de abril pasado se gastaron en la residencia presidencial 100 mil pesos “por pan” (no sospeche nada, es del que se co-me) y otro tanto por tortillas; mientras el 14 del mismo mes se erogaron 265 mil 922 pesos “por alimentos perecederos”. Este dispendio sólo tiene una posible ex-plicación, se sospecha que Agustín Cars-tens está yendo a comer muy seguido a Los Pinoles ¿o no?

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