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Artículo de Julio Glockner

Artículo de Julio Glockner

La excomunión de Miguel Hidalgo y Costilla

 

JULIO GLOCKNER

La Arquidiócesis de México está solicitando una corrección de los libros de texto para precisar que Miguel Hidalgo y José María Morelos, si bien fueron excomulgados “fallecieron en el seno de la iglesia católica al haberse confesado antes de morir”. El director del Archivo Histórico del Arzobispado, Gustavo Watson, declaró que hay documentos que demuestran que antes de ser fusilados los sacerdotes fueron confesados y, en consecuencia, que murieron con el cobijo de los sacramentos religiosos. ¡Realmente conmovedor! El señor Watson consideró que hace falta la difusión de éste y otros hechos históricos.

Atendiendo a la exhortación del señor Watson de dar a conocer documentos históricos relacionados con este hecho, voy a transcribir el texto de la excomunión del cura Hidalgo, porque nos revela con toda claridad la calidad moral de quienes juzgaron a quien hoy, para vergüenza de la iglesia, es considerado como padre de la patria.

El texto aparece en el estudio que sobre él realizó el historiador Guy Rozat en la revista Palos de octubre 1980 a marzo 1981. Y dice así:

Excomunión en contra de don Miguel Hidalgo y Costilla. Lanzada por el obispo de Michoacán, Abad y Queipo.

“Por la autoridad de Dios Todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo, de la Inmaculada Virgen María, Madre y Patrona del Salvador y de todas las Vírgenes Celestiales, Ángeles, Arcángeles, Tronos, Dominios, Profetas, Apóstoles y Evangelistas, de los Santos Inocentes, que en la presencia del Cordero son hallados dignos de cantar el nuevo coro de los Benditos Mártires y de los Santos Confesores, de todas las Santas Vírgenes y de todos los Santos, juntamente con el Bendito Elegido de Dios: Sea condenado Miguel Hidalgo y Costilla, ex cura del pueblo de Dolores, lo excomulgamos y anatemizamos desde las puertas del Santo Dios Todopoderoso, le separamos para que sea atormentado, despojado y entregado a Satán y Abirón y con todos aquellos que dicen al Señor, apártate de nosotros no deseando tus caminos; como el fuego se apaga con el agua, así se apague la luz para siempre a menos que se arrepienta y haga penitencia. Amén.

“Que el Padre que creó al hombre lo maldiga, que el Hijo que sufrió por nosotros le maldiga; que el Espíritu Santo que se derrama en el bautismo le maldiga; que la Santa Cruz de la cual descendió Cristo triunfante sobre sus enemigos le maldiga; que María Santísima, virgen siempre y Madre de Dios, le maldiga; que todos los Ángeles, Príncipes y Poderosos y todas las Huestes Celestiales le maldigan; que San Juan el precursor, San Pedro, San Pablo, San Andrés y todos los Apóstoles de Cristo juntos le maldigan, y el resto de los Discípulos y Evangelistas, quienes con su predicación convirtieron al Universo y la admirable de mártires y confesores, quienes por sus obras fueron dignos de agradar a Dios, le maldigan. Que el Santo Coro de las Benditas Vírgenes quienes por honor a Cristo han despreciado las cosas del mundo, le condenen, que todos los Santos que desde el principio del mundo hasta las edades más remotas sean amados por Dios, le condenen. Sea condenado Miguel Hidalgo y Costilla en donde quiera que esté, ya sea en la casa, en el bosque, en el agua o en la Iglesia.

“Sea maldito en vida y muerte. Sea maldito en todas las facultades de su cuerpo. Sea maldito comiendo y bebiendo, hambriento, sediento, ayunando, durmiendo, sentado, parado, trabajando o descansando y sangrando. Sea maldito interior y exteriormente; sea maldito en su pelo, sea maldito en su cerebro y en sus vértebras, en sus sienes, en sus mejillas, en sus mandíbulas, en su nariz, en sus dientes y muelas, en sus hombros, en sus dedos. Sea condenado en su boca, en su pecho, en su corazón, en sus entrañas y hasta en su mismo estómago. Sea maldito en sus riñones, en sus ingles, en sus muslos, en sus genitales, en sus piernas, sus pies y uñas. Sea maldito en todas sus coyunturas y articulaciones de todos sus miembros; desde la corona de su cabeza hasta la planta de sus pies, no tenga un punto bueno.

“Que el Hijo de Dios viviente con toda su majestad, le maldiga, y que los cielos con todos los poderes que los mueven se levanten contra él, le maldigan y le condenen a menos que se arrepienta y haga penitencia. Así sea, Amén”.

Pocas veces se tiene oportunidad de leer una sistematización del odio tan minuciosa como ésta, en la que se recorre con detalle la anatomía con el afán de que no quede parte alguna sin ser maldecida. ¡Vaya tarea la del obispo michoacano, quien seguramente se consideraba un buen cristiano!

No sé, que el lector juzgue, pero quizá lo único que le queda a la iglesia de hoy para mitigar esta afrenta a la memoria de Miguel Hidalgo y de José María Morelos, de quienes se sublevaron con ellos y de quienes a lo largo de ya 200 años honramos su memoria, sea simplemente pedir perdón al pueblo de México... y que el dios en el que dicen creer los perdone a ellos.

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