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Virginia González Melgarejo escribió éste artículo

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Lo que ocultó Caderón

 

VIRGINIA GONZÁLEZ MELGAREJO

El pasado 1 de septiembre el señor Felipe Calderón envió al Congreso de la Unión su tercer informe de gobierno, y al día siguiente, con un auditorio muy a modo y utilizando los últimos adelantos tecnológicos, así como de pantallas gigantescas dispuestas para su lucimiento personal, pronunció  un mensaje donde debió dar a conocer el estado general que guarda la administración del país.

Ofreció “llamar a un diálogo que no tenga otro propósito que el de analizar y resolver los problemas que el pueblo de México está sufriendo, y cuya solución es impostergable”; “convocar a todas las fuerzas políticas, por el bien de México”; “seguro universal de salud”; “construir infraestructura productiva”; “crear el empleo que demandan los jóvenes que hoy están terminando de estudiar”; “superación de la pobreza extrema”; “orientar el gasto público hacia los que más lo necesitan”; “promover las reformas que requiere nuestro sistema político electoral”; “recibir inversión y generar empleo”; “seguridad para los mexicanos”; “fortalecer el mercado interno para que sea, precisamente, motor de crecimiento”; “un decreto de austeridad en los gastos del Poder Ejecutivo”; “sumemos nuestros esfuerzos, sumemos nuestras inteligencias y nuestras fortalezas como mexicanos”.

Pero por favor no se confunda, no se equivoque, no es el tercer informe de gobierno, sino las promesas incumplidas y ofrecidas por Calderón en su discurso pronunciado del 1 de septiembre de... 2006, en el Auditorio Nacional, el día que usurpó la presidencia de la República. El mensaje más reciente, a tres años de distancia, fue como dar cuenta del tiempo perdido, de renovar promesas no cumplidas y cada vez menos creíbles.

Pero en el último discurso, pronunciado ante mil invitados especiales –nada de pueblo, tal vez por que en el gobierno crean que la gente de la calle no entiende de esas cosas–, hubo notorias omisiones. En materia de seguridad, aparte de las detenciones de cientos de narcos todos con sus respectivos apodos (pareciera que sin apodo no se es mafioso), olvidó Calderón informar de los casi 14 mil muertos en lo que va del sexenio, tan sólo en este año 5 mil, entre ellos civiles, hombres mujeres y niños cuyas muertes han quedado en total impunidad; además, soslayó el fracaso de los llamados “operativos conjuntos”, pues en los estados donde envían mas ejército y policías como en Chihuahua, las denuncias de violaciones a los derechos humanos son una constante y tanto la violencia como el crimen han aumentado, haciendo ver que la solución no es militar; otra gran ausencia en el informe, fue en materia de política social, ya que todos los programas aplicados demuestran su fracaso, pues hoy existen 6 millones de pobres más que cuando inicio su administración y más de la mitad del país no cuenta con los recursos suficientes para satisfacer necesidades primarias, esto es, pobreza patrimonial; tampoco informó Calderón de algunos excesos, como el incremento de 41.1 por ciento en el gasto de las dependencias del Gobierno Federal, y que hemos pasado a ser uno de los países con mayor deuda del mundo, el doble del año 2000, y terminó escondiendo sus pretensiones de aplicar el IVA a medicinas y alimentos, elevar el costo de las gasolinas y los servicios públicos y culminar su viejo anhelo de privatizar Pemex. Finalmente, ocultó cuidadosamente Calderón el que, debido a la incompetencia de su gobierno, el país es hoy la economía latinoamericana con el peor comportamiento y que millones de mexicanos han perdido y siguen perdiendo sus empleos.

En sus discursos, el señor Calderón pareciera que cree dirigirse a un pueblo sin memoria y  formado por tontos, o que todos vivimos en “Calderolandía” y no es así, el debe informar del estado que guarda este país, de la realidad que día a día vemos y sentimos en nuestros bolsillos. Aunque a muchos no les guste, queremos la verdad “haiga sido, como haiga sido”.

 

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