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Guillermo Fabela Quiñones escribió éste artículo

Guillermo Fabela Quiñones escribió éste artículo

Apuntes…
2009-09-10

Guillermo Fabela Quiñones
¿Acaso somos estúpidos?

Tal como se preveía, Felipe Calderón no se anduvo con miramientos y propuso nuevas cargas fiscales a la ciudadanía, con el absurdo argumento de que tal medida es “para abatir la pobreza”. Así se patentiza una vez más el desprecio que tiene la oligarquía a la sociedad mexicana, pues nadie en su sano juicio puede aceptar que se vaya a reducir el número de pobres, con medidas que habrían de influir en más y mayor pobreza en el país. Hasta un alumno de primaria sabe que si un condiscípulo se está muriendo de hambre, lo que necesita con urgencia son vitaminas y comer mejor. Sin embargo, el desgobierno federal parece no saberlo, o lo sabe perfectamente y lo que quiere es precisamente eso, acelerar la muerte por inanición de lo poco que queda de la economía interna mexicana.

Sólo en la mente de un sádico cabe la idea de que despojar de sus pocos alimentos a una familia en los límites de la pobreza es una acción adecuada. Bajo ningún punto de vista se justifica que un trabajador que gasta el 80 por ciento de su salario en alimentos y medicinas, se le quiera cobrar aún más por adquirir algo tan elemental para asegurar su supervivencia. Los miembros más connotados de la elite empresarial, argumentan que sólo México entre los países de la OCDE no tiene impuestos al consumo. Es cierto, pero da la casualidad que las economías de dichas naciones no padecen las gravísimas deficiencias de la mexicana, ni tampoco las enormes desigualdades que nos caracterizan a nivel mundial.
El mercado interno de México está totalmente abatido, no así el de las naciones que integran el grupo de países del primer mundo. Tal abatimiento, a lo largo de tres décadas, llevó a un reducidísimo número de oligarcas a codearse con los multimillonarios más notables del planeta, a costa de niveles de pobreza muy dramáticos que afectan a más de dos terceras partes de la población nacional. Cuando lo razonable y sensato es revertir esta tendencia anómala, inhumana e inmoral, ahora Calderón nos sale con la estupidez de meternos aún más en el pantano del subdesarrollo con medidas que agravarán el flagelo de la pobreza extrema.
Según Agustín Carstens, “quien más consuma más pagará”, sólo que se olvida de una salvedad muy obvia: los que más consumen lo hacen fuera del país, ya que en una alta proporción adquieren sus bienes en el extranjero, y si acaso aquí llegan a comprar insumos para sus empresas, pueden deducir de impuestos esos gastos. El pobre no deduce nada, como bien lo sabe el funcionario. Dice además, con absoluto cinismo, que lo que se recaude con los nuevos impuestos no afectará a los pobres, pues “se va a destinar a mejorar su situación”. Obviamente, siguen pensando que los mexicanos somos retrasados mentales. Aun cuando el duopolio televisivo esté haciendo muy bien su tarea, de convertir a la sociedad nacional en un hatajo de burros y cretinos, la verdad es que el pueblo no ha perdido del todo su materia gris.
Si realmente quisieran, Calderón y su “gabinetazo” económico, mejorar la situación de pobreza de más de 70 millones de mexicanos, el camino es muy sencillo: basta y sobra modificar el modelo neoliberal seguido desde hace casi tres décadas, el mismo que ya comenzaron a cambiar los gobiernos que más lo impulsaron, como los de Europa y Estados Unidos. Lo que se requiere son medidas que impulsen el crecimiento del aparato productivo, con fuerte incidencia en el mercado interno y en la creación de empleos. Que se ponga un alto a la especulación de la banca y se estimule la inversión productiva. Reducir la carga impositiva a los causantes cautivos con el fin de que tengan capacidad de consumo, lo que a su vez tendría un fuerte impacto en un movimiento económico más dinámico.
En cambio, Calderón quiere profundizar aún más el nefasto modelito que nos está llevando al infierno del colapso no sólo económico, sino de un seguro estallido social, por aferrarse a seguir sirviendo de mantel a la oligarquía. Así lo demuestran cifras muy claras: el erario dejará de recibir 296 mil millones de pesos en 2010 debido a los beneficios que se otorgan a la cúpula empresarial mediante los regímenes especiales en IETU e ISR, mientras que por los nuevos impuestos se habrían de percibir 175 mil 700 millones de pesos. Por otro lado, el gasto se habrá de reducir, eso sí, 218 mil millones de pesos (esto equivaldrá a mayor contracción del mercado interno), y aun así habrá una “brecha” de 299 mil 800 millones de pesos entre egresos e ingresos. ¿Quién los entiende? La única respuesta a esta interrogante es que el gobierno federal no sirve a los mexicanos, sino a una minoría cada vez más ligada a intereses extranjeros.

gmofavela@hotmail.com

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