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Artículo de Jaime Ornelas Delgado

Artículo de Jaime Ornelas Delgado

 TENDAJÓN MIXTO 

 Demasiada información termina desinformando

 
Jaime Ornelas Delgado

Demasiada información termina desinformando. La epidemia del virus porcino es real y peligrosa y, por tanto, debió haber sido tratada con profesionalismo y sobriedad, sin alarma ni morbo. Sin embargo, nuevamente el gobierno perdió el control de la información y lo cedió al duopolio televisivo y radiofónico que lograron dos cosas: desinformar, al proporcionar información dispersa, cuando no contradictoria, y al mismo tiempo, crear un ambiente de histeria y pesadumbre desalentadoras, provocando conductas colectivas cercanas a convertirse en patológicas, como es el caso de las compras de pánico tanto de medicamentos y vitaminas como de alimentos, generando desabasto y ganancias extraordinarias a las grandes empresas minoristas.

En estos casos, el gobierno federal debería impedir que las empresas de radio y televisión asumieran la iniciativa y se dedicaran a entrevistar a quien sea e invitar a dar su opinión a todos aquellos que, aún siendo médicos, no conocen los problemas epidemiológicos. Conviene recordar que el sentido común es el menos común de los sentidos. 

Las opiniones y comentarios muchas veces son banales y llenos de superchería. Imagínese en una situación como la que estamos viviendo ver y oír a un médico discutir, con mucho entusiasmo, si se le debe llamar flujo nasal al líquido que sale de la nariz o de otra manera. ¿A quién pueden servir las disquisiciones de este médico, tal vez, lleno de buena voluntad, pero que trató, simplemente, de vivir sus cinco minutos de fama diciendo cualquier cosa, pues fue invitado a opinar ahora que los medios se abrieron a escuchar a quien quiso opinar?

En situaciones tan delicadas se debería haber nombrado un vocero oficial creíble, que explicara sin tremendismo en qué consiste la enfermedad, las medidas a seguir e informar con objetividad la situación real. Si se decretó que las autoridades sanitarias podían allanar domicilios donde se sospechara la existencia de personas afectadas ¿por qué no poner bajo control gubernamental –exclusivamente para los fines de manejar información veraz sobre la epidemia– a los medios de comunicación? De haberlo hecho se hubiera evitado tanta infame especulación.   

 

Hágame usted el... favor

Pues seguimos mal y de malas. La semana pasada y ésta conocimos diversas estimaciones respecto al crecimiento esperado de la economía mexicana en este 2009. Dos de ellas llaman la atención: una la proporcionó la Secretaría de Hacienda, que vaticina un decrecimiento de 2.8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB); la otra, más pesimista (¿o más realista?), la dio a conocer el Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo por cierto generoso acreedor del gobierno de Felipe Calderón, que pronostica un decrecimiento del PIB de 3.7 por ciento. En ambos casos, este sería el peor comportamiento de las economías latinoamericanas y caribeñas...

La situación, sin duda, es grave, y Felipe Calderón no parece querer darse por enterado. Habla de reanimación y proclama la creación de 4 mil empleos, cuando en los últimos cinco meses se perdieron 600 mil puestos de trabajo. Por lo pronto, la encuesta de empleo del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) mostró que el desempleo urbano alcanzó al 6.13 por ciento de la población económicamente activa, el índice más alto en lo que va de esta década. En términos absolutos, esto significa que en el país cerca de 2.2 millones de personas buscan empleo y no lo encuentran.

Y uno puede preguntarse, aceptando la cifra de Hacienda de una contracción del 2.8 por ciento: ¿Cuántas empresas cerrarán? ¿Cuántos empleos se perderán? ¿Cuántos miles de mexicanos emigrarán? ¿Cuántas hipotecas dejarán de pagarse? ¿Cuánto se deteriorará el tejido social?

A estas y otras muchas interrogantes habrá de responder este gobierno (o lo que sea, Jaime Avilés dixit) caracterizado por su irresponsabilidad e incapacidad para enfrentar esta situación de crisis.

Y, ahora, a la contracción económica se une la inflación. En efecto, según informó el Banco de México, en la primera quincena de abril, el Índice Nacional de Precios al consumidor registró un incremento de 0.14 por ciento, muy por encima de las expectativas que lo esperaban en 0.05 por ciento. Con este resultado, la inflación general sufrió un nuevo impulso de su tasa anual, al ubicarse en 6.20 por ciento luego de que al cierre de marzo fuera de 6.04 por ciento. Así, la economía mexicana se acerca a una de las peores y más indeseables situaciones: el estancamiento económico con inflación y desempleo...

¿A quién creerle? Mientras el secretario de Salud de Puebla, Antonio Marín, advierte que el tapabocas sirve de poco en la calle, el secretario de Desarrollo Social recomienda usarlo. Por cierto, se dice que el costo de un tapabocas es de 28 centavos y se vende hasta en cinco pesos. Hay, sin duda, quienes lucran con la emergencia sanitaria, pero no todas han de ser malas noticias, las hay también excelentes:

En Bolivia, Evo Morales desmontó una conjura en su contra y en Ecuador se reeligió Rafael Correa, quien anunció la radicalización de la revolución ecuatoriana.

Eso hace renacer el optimismo ¿o no? 

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